Me intrigaba su psicología, el que no me
tocara, o penetrara, por más que intentara entender era imposible hacerlo.
Entonces me decidí por seguir disfrutando con el temor del después, que pasaría
si seguía deseando que hagan conmigo todo esto. Cómo se lo pediría a un hombre
sin asustarlo.
Le di fin al mar de mis dudas, de mis pensamientos
sobre él, sobre mí , me incorpore, acerque y logre tocarlo, jamás pude besar
sus labios, se arrodillo y bese, toque, jugué con su miembro, se hizo grande,
muy grande entre mis manos, sentí como gemía de placer, entonces alce mi
mirada, busque sus ojos, su mentón elevado, labios distendidos esbozando una
leve sonrisa, sus ojos perdidos en mis movimientos, sus perfectas manos
despeinando mí cabello. me pidió que
siga, una vez mas dijo “sos hermosa” a lo que agrego “nunca nadie me lo hizo
así, como te gusta”, no voy a negar que por un instante sentí pudor el cual se
transformo en orgullo, el goce de ese hombre era mío. Lo lleve a mi boca una y
otra vez, bese por completo su sexo, jugué con sus testículos y mas gemía,
observe que estaba totalmente depilado. Ese hombre estaba dispuesto a gozar,
mientras yo le brindaba placer, el fumaba y de vez en cuando bebía fernet.
Tomo mi mano la que se encontraba
acariciando sus testículos y me la llevo
a su cola, me dijo que hiciera lo que quisiera por allí, y que se la besara
intensamente, creo que no es necesario contarles todo lo que hice, yo misma me
sorprendo de lo que anduve por allí y cuanto se intensifico su placer al sentir
mis besos y dedos por su cola.
Goce, me éxito la situación, sentía
estallar mi sexo. Quería tenerlo dentro de mí pero esto no pasó.
Se puso de pie, me sentó frente a él y
seguí prendida a su bello miembro, hasta que sentí su liquido tibio correr dentro
de mi boca, exquisito néctar fruto del placer, lo deje correr por mis labios,
sobre mis pechos, los dos totalmente agitados, entonces él sonrió mientras me
miraba y con su mano desparramaba la viscosidad de su liquido por mis pechos,
los restos que quedaban en su mano los llevo a mi boca y luego a la suya.
Una vez que recupero el aliento me
pregunto “¿y es grande? Decime la verdad” como respuesta recibió mi expresión
“ufff levante una de mis cejas y le guiñe mi
ojo derecho”. Busco algo para tomar y repetimos el acto de sentarnos,
hablar, reírnos y de The Killers daba su recital por undécima vez.
Camine por la sala, mientras Mati me
observaba y hablaba sobres sus épocas de estudiantes, ya era noche, y nuestros
cuerpos brillaban aún más fuerte e intenso que el sol del mediodía.
Mientras comentaba sobre sus andanzas en
un viaje a Paris, regalo de graduación, es abogado, ya que, según él otra
profesión no podría haber elegido, considerando el poder que este título le
confiere. Recordó unos bares de parejas swinger que según lo que mencionó no
fue porque no entendía mucho del tema, entonces me planteó con vos quiero hacer
un trio, juro que casi me infarto, no imagine esa situación, ni la soñé, me
interese en saber un poco más del tema, entonces sus ideas sobre el famoso trio
eran más que eso, serían tres hombres, él, dos de sus amigos y yo, con un
brillo en sus ojos y ansioso me decía “no sabes los vas a volver locos,
mueren, ya tengo todo guionado” perdón Guionado! ¿Escuche bien, pero que es
esto una película porno? ¿Adónde están las cámaras? Pues bien no se en que
momento apareció con un gusanito de silicona transparente, que por cierto
compre en el sex shop, en una de sus manos y una cámara fotográfica en otra, y
me dice; “mejor idea no pudiste tener, te voy a filmar mientras me lo besas” y
traía su pene totalmente erecto, puso una toalla debajo del mi cola, para no
ensuciar el sillón, y luego introdujo me introdujo suavemente el gusanito,
siempre cuidando de no tocarme.
Yo sin reaccionar a este torbellino,
observé sus movimientos, gestos, ansiedad por sentir, hacer, el gusanito
entrando y saliendo de mí, guiado por sus manos que insistían en ni siquiera
rozarme; una vez mas se paró frente a mí y filmo mientras su miembro disfrutaba
en mi boca, por mis pechos, en mis manos, se detuvo busco un profiláctico, me
miro con un gesto de pudor y me dijo “y bueno tendré que hacer lo que viene si
no quedo mal” y con cara de no estar muy
convencido sin rozar mi cuerpo, me
penetró, sentí placer, mucho no podía contener mis ganas de estallar, gemí,
abrí mis ojos y vi como lanzaba saliva desde lo alto hacia mí boca, sus ojos,
su mirada entonces era intensa, pícara,
lo repitió tres veces más, siempre su saliva fue a dar directo sobre mis labios
o dentro de mi boca cuando instintivamente la abrí. Mis gemidos se
intensificaron entonces él tapo suavemente mí boca, su miembro, lindo,
grande, se sentía realmente bien dentro mío, no contuve mas mí deseo y en
agitados espasmos me rendí ante él, durante segundos perdí el conocimiento,
aunque este lo perdí ni bien subí a su auto. Finalmente Mati se deshizo del
profiláctico y se dejó ir en placer sobre mis pechos, por mi torso. Quito el
gusanito de mi cola, la toalla y desapareció llevando ambas cosas.
Me sentí agotada física y mentalmente,
aun así no quería irme de allí, quería
mas, de que no lo sé, solo quería más de todo lo que él quisiera.
Quede recostada en el sillón, lo vi pasar
hacia la cocina, fui tras él, me pare en el umbral, preparó dos copas con agua
fresca, agrego hielo, hablamos de nosotros, de cómo nos habíamos conocido, de
lo bien que lo estábamos pasando. Extendió una de las copas, mientras volvimos
al sillón detuvo mi andar, me pidió que me quede de pie, apoyo las copas en la
mesa de sitio, me tomo por la cintura, pequeña y bien marcada por ese entonces,
y me besó, sus labios se fundieron de una extraña manera a los míos, fue
intenso, fuerte, hubo calor en ese encuentro, duró segundos, minutos, quizá horas aunque aún sigue en mí.
Luego apoyo dulcemente su cabeza sobre mi
pecho, lo acaricié.
En todo momento me pareció tierno, dulce,
suave, siempre caballero, extrañamente perverso, para él todo era un juego de
niños. Divertido y cual picardia luego de concretar sus oscuros deseos conmigo,
los relataba y me decía lo bien que se sentía, lo genial que estaba todo esto.
Yo no podía quitar mi atención de él y lo extrañamente atractivo de su forma de
sentir placer. Me encanto y supe que iba a seguir queriendo mas por el resto de
mi vida.
Esta vez nos tomamos más tiempo para
recomponer nuestros cuerpos, en un cuasi acto solemne, me dice “querida y
hermosa mía, vamos por el último plato y como todos sabemos es el postre, mmm
lo mas rico” mientras lo decía fue al baño, y trajo consigo el arnés que días
antes compre en el sex shop, lo saco de la caja abrió grandes sus ojos y con
una graciosa expresión dijo “me va a entrar todo esto” y se rió, sus ojitos
brillaban, se sonreían. Evidentemente era su nuevo juguete.
Minutos después me encontré, parada, con
mi calzón de encaje negro puesto, sobre éste el arnés elastizado, ya que el de
cuero me pareció demasiado bizarro. Y del arnés frente a mi ingle colgaba un
didlo, falico aparato de silicona negro. Mezcla de mujer-hombre, extraña,
realmente extraña y ridícula, sentí rechazo en un principio, pero lo vi tan entusiasmado
a él, que no me pareció justo decepcionarlo justo en ese momento.
Él excitado, con su enorme miembro,
recostado con su cola al borde del sillón, me pidió me arrodille frente a su
cuerpo, acomodo sus piernas abiertas sobre cada uno de mis hombros, y como si
ya lo hubiera hecho antes, le introduje el aparato de silicona por su cola, se
aferró fuerte a mis caderas, en su cara había dolor, intente sacarlo, me sentí
mal sabiendo que le dolía, pero con sus manos en mi cadera, clavo sus uñas y me
llevo hacia dentro de él, poco a poco se adaptó, yo en suaves movimientos iba y
venía hacia él, Mati comenzaba a gozar, mientras con su rostro totalmente
extasiado, se masturbaba, y yo sin poder creer lo que estaba haciendo,
viviendo, observaba todo, quería llevarme cada gesto, el olor de su cuerpo, su
intensidad en ese momento y su cara de niño. Su gozo fue pleno, me nombraba
constantemente, por momentos me miraba y sonreía con esa amplia sonrisa que
mientras viva y en cada instante recordaré, el recuerdo de esa sonrisa es mi
castigo por lo atrevida, por haberme permitido vivir todo y querer aún más. La
angustia que me provoca la ansiedad de querer repetir con quien sea lo que
Matias me enseño, ese es mi castigo, es
el padecimiento por haberme sometido de esta manera.
Finalmente acabó de forma intensa, gozo
de una manera extraña, grito, gimió, me aferraba a él se perdió totalmente
extasiado, dejo de controlar la situación. Y aun estando dentro de él me
acerque suavemente, me uní a él nos embadurnamos con su semen y lo bese, me
abrazo.
No sé en qué momento, ni como saque ese
aparate de mis caderas y nos recostamos en el sillón, yo sobre el respaldo,
cómoda totalmente estirada sobre mi lado izquierdo, él también sobre su lado
izquierdo dándome la espalda, se acurruco, tomo posición fetal, se hizo
chiquito, lo abrace, lo contuve, le di miles de pequeños besitos sobre su
cuello mientras le acariciaba suavemente su cabeza, tiempo después se estiro, y
dio lugar a que le acaricie su espalda, mi mano recorría desde su cabeza hasta
su coxis, por momentos su cuerpo se entumecía y daba pequeños espasmos, más aún
cuando yo le decía cositas en voz muy suave y baja al oído. Cuando dejaba de
hacerlo me pedía que continúe, que le cuente mas historias así suave y en su oído.
Fue el momento mas intimo que jamás viví
con alguien. Me emociona, estremece, eriza mi piel el recordarlo.
Nunca voy a entender su forma, su goce.
Esa cruel mezcla de suavidad y perversión, todo en la medida justa. Menos aún
voy a poder entender como pudo gustarme tanto. Y cuanto lo deseo, no a Mati,
eso ya pasó, aunque por años llore y hasta rompí un teléfono de la impotencia
de no volver a verlo.
Deseo vivir parte de esta experiencia con
otro hombre y no sé cómo pedirlo o como llevarlo a sentir la necesidad de
orinar sobre mí, de masturbarnos hasta acabar, de sentir su saliva correr por
mi boca.
Nos besamos intensamente, nos vestimos,
él a mí y luego se vistió él. Llamo a un chofer, me acompaño al auto abrió la
puerta, me tomo por la cintura me atrajo hacia su cuerpo y nos despedimos con
un fuerte beso en nuestros labios.
Jamás nos volvimos a ver.
"No está mal haber vivido perversión lo malo es el apego a
quien guio por esas oscuras sendas…
Quien pudiera ser libre de toda pasión o más que de ella
de la angustia que deja quien perversamente apasiona".
Mari Ara