miércoles, 21 de septiembre de 2016

Pulsión

Los seres humanos tenemos extrañas actitudes, por lo menos me caracterizo por pertenecer a ese grupo.
Comemos durante el otoño e invierno incluido parte de la primavera que de hecho por estos lados aún es muy frío, olvidando que tarde o temprano llega el verano y cuando éste se hace sentir pretendemos contar con un cuerpo escultural.
Es así que año tras año, el mes preludio a la temporada estival,  me someto a estrictas dietas acompañada de horas de caminata y tratamientos estéticos, pretendiendo ilusamente que obren milagros.
Por estos días transcurro la segunda semana de dieta y el mismo tiempo en gabinete, hace un par de años, voy casi religiosamente al mismo spa, sé por experiencia propia que si hago bien las cosas mi cuerpo lucirá mucho mejor en un par de meses, creo que a Diciembre llego. Me refiero a Diciembre sin los nefastos flotadores.
Como otros tantos días llegué caminando y a horario, me disgusta la impuntualidad. Al ingresar a la impecable recepción sentí  mis pulsaciones alteradas y un ligero calor en mis mejillas, producto de acelerar el paso en las últimas cuadras.
Sorprendentemente había más gente de lo habitual, todas mujeres lidiando contra los vellos.  Sisí con su escultural y pequeña figura enfundada en un pulcro ambo, me da la bienvenida, siempre me recibe con una amplia sonrisa, expresando felicidad al verme.
Desconozco si es así solo conmigo o lo repite con cada uno de sus pacientes. Ingresé al gabinete habiendo pasado antes por baño.
Todo allí se repite sistemáticamente, mientras yo dejo mis pertenencias, morral, campera sobre un taburete, luego desabrocho mi pantalón y me recuesto sobre la camilla, ella prepara los equipos para comenzar con su trabajo.
En el instante que me dispongo a dejar el morral, viene a mi mente un momento en el que hablamos de tatuajes, Sisí bajó su pantalón hasta llegar a una de sus caderas y me lo mostró, jamás pude olvidar su piel, de hecho no recuerdo de que trata el tatuaje, ese mismo día me mostro la circunferencias de sus perfectas lolas, con la intención de indicarme el lugar del próximo.
En ese momento debió ausentarse por unos segundos del gabinete.
Tuve el tiempo necesario para pensar en cuanto me fascina su piel, sentí la imperiosa necesidad de recorrer suavemente con mis dedos, la corta extensión de su altura.
Tomándome el tiempo necesario para guardar en mi memoria táctil cada centímetro de ella.
 Irrumpió en el recinto,  su estridente y simpática voz no lograron alejar de mi los pensamientos sobre su cuerpo.
Aun tenía la campera puesta, entonces en un acto arrebatado me la quite y deje caer sobre el taburete. Cuando me dispongo a desabrochar mi pantalón, la veo desatar su rodete, su fino y largo cabello se deslizó sobre sus hombros, en un ademan por correrlo, tiro suavemente su cabeza hacia atrás, pude ver su excitante cuello y sus labios esbozando una amplia sonrisa mientras sostenía el gancho que sujetaba su rodete.
Aun con el temor y más que eso, sintiendo el pudor que me provocó la situación, me acerqué y con mi mano izquierda sujete su cadera a la altura de sus perfectos y duros muslos, lo hice suavemente, como si se tratará de un  jarrón del material más frágil existente en este mundo.
Valiéndome de la mano derecha, con el dedo índice y medio comencé a recorrer su garganta, evité mirar a sus ojos, temí al rechazo.
Sisi no emitió palabra ni gesto alguno, solo atino a deslizar su cabeza hacia atrás e inspiró profundamente, mis dedos pudieron sentirlo.
Nunca la miré a sus ojos, no quería encontrarme con ellos, no quería que despertara a la realidad del momento.
Rodee su contorneada cintura y la guié hacia la camilla, mi corazón parecía escapar de la boca, latía irracionalmente. Mientras, ella en suaves movimientos se recostó, acto que me tranquilizó.
Una vez Sisí en la camilla, yo  de pié a su lado, ubique mis dedos sobre el sensual hueco de su cuello y los deslice hacia el escote del ambo, lo desabroche, dejando correr el cierre. Y seguí camino sin reparar en sus turgentes pechos, ahora excitados. Su abdomen se estremeció como respuesta a mis caricias
Solo pensaba en recorrer la extensión de su cuerpo, robarme por completo la suavidad de su piel. Llevar con migo el perturbador aroma de su cuerpo erotizado.
Cuando llegue a la cintura del pantalón elastizado, pude observar su tersa piel totalmente erizada, lo bajé y en un pícaro acto, con este arrastre su pequeña bombacha.
Me tomé el tiempo para recorrer sus caderas y torneadas piernas, quite sus zapatillas y sus pequeños y prolijos pies invitaban a besar cada uno de sus dedos de uñas pintadas color carmín.
Desde allí me detuve y pude observar la extensión de su bello cuerpo, solo acariciaba sus pies, mientras mis ojos recorrían sus piernas, la escultura de sus caderas, su precioso pubis, el cual provocaba los deseos más oscuros, mi boca se humedecía al imaginarse jugando dentro de él, una pequeña cintura la cual llevaba a la gloria de sus grandes pechos.
Así  la recuerdo, arrojada al abismo de mi pasión, de mi lujurioso deseo, de mis manos recorriendo su cuerpo y robando su deseo.
Nunca perdí de vista su pubis, pequeño, totalmente depilado, una imperceptible línea lo surcaba, de pronto sentí la necesidad de tenerlo en mi boca, podía sentir su exuberante aroma.
No quería hacerlo, mis prejuicios lo impedían, aunque mi deseo pedía a gritos por sentir su sabor. Sentí hambre, sed, necesidad de sus jugos en mi boca.
Sisí se contorneaba sutilmente y de vez en cuando emitía un suave gemido, mezcla de suspiro. Regrese por el camino de sus bellas piernas mientras trataba de  decidir sobre si hacía caso a mis deseos o bien optaba por mis prejuicios.
Llegué al tan deseado pubis, pase la palma de mi mano sobre él, creo que en ese momento decidí por mis prejuicios, sentí su arrebatador aroma, y pude ver cuando abrió sus piernas dejando expuesto lo excitado de sus ser.  Su rosada piel totalmente húmeda me invitaba a la lujuria de mis labios saboreando su néctar.
 Y yo con hambre atrasado.
La tomé por sus  pequeños tobillos, la acerque al extremo de la camilla, deslice gracias a la humedad de su sexo dos de mis dedos en su clítoris totalmente estimulado, rígido, turgente frente a mí.
Mis dedos iban y venían desde el clítoris al cual lo rodeaban, acariciaban suavemente, hacia su cola, la mano izquierda la extendí hacia su pecho y allí estaba su duro pezón esperando por mis caricias.
Mientras con la mano derecha recorría su pubis, ella totalmente entregada, dejaba paso a todo, con la mano izquierda tocaba sus enormes tetas, pude sentir cuan agitada estaba.
Sin dudarlo, deslicé uno de mis dedos dentro de su cola y hundí mi boca en su sexo.
Mi lengua se alargo para andar por  lugares que jamás había recorrido, lo hacía de manera instintiva. Sentí un reprimido gemir salir de sus labios.
Cuando dos de mis dedos recorrieron el interior de su húmedo ser, lograron tocar el punto que la enloqueció, se sentía como un terso y delicado túnel hasta que uno de mis dedos dio con una protuberancia, como un pequeño botón que al tacto hacia estremecer y abrirse aún más a la portadora,  Sisi en atrevidos movimientos intentaba que mis dedos la penetren aún más.
Mis labios y lengua jugaban con su clítoris, este se agrandaba dentro de mi boca, ella se contorneaba frenéticamente, yo me deleitaba con su sabor  y  aroma de hembra en celo.
Mis dedos iban y venían sin salir de ella, asegurándome su extenso placer, mi lengua recorría su cola la cual pedía por algo más que eso. Y mis labios tomaban su clítoris, suavemente, segura de lo que hacía, le daba pequeños y fuertes chupones. Estos sonaban en el gabinete aún más que sus constantes gemidos.
 Mis dedos salieron del placentero túnel del placer  y los introduje en su cola, trate de suplir la ausencia de éstos con mi lengua y luego  abandone las caricias de su abdomen y pechos, para introducir tres de los  dedos dentro de ella, se estremeció, se movía, agitaba su cuerpo como poseída y se aferraba a la camilla,  pude sentir correr por mi boca el jugo embriagante de su ser.
La exprimí.
Relajo por completo sus músculos, mi mano apoyada en su pubis podía sentir el latir de su clítoris, tanto como latía su pecho.
Me atreví a mirar sus ojos y ella solo sonrió, la tome de sus manos y la ayude a sentarse, quedó allí desnuda  frente a mí,  aún agitada. Por mi boca corría parte de ella, paso su mano limpiándome y se la llevo a la suya.
Entonces dijo “nunca antes había acabado tan rico” a lo que agregó “por lo visto solo otra mujer sabe cómo hacerlo, no?”
Como respuesta baje la mirada y sonreí.
Cuando salí del gabinete ya nadie quedaba, y así reaccioné, me cuestioné internamente “ se habrán dado cuenta el resto de lo que sucedía allí adentro?”
Nos despedimos, habiendo antes pactado el próximo turno, el cual prometimos cumplir con el tratamiento.
Luego como otras tantas veces, ella me pidió con su simpática voz “Mari, por favor trame uno de tus relatos, necesito leerlos”
Volví a casa, mientras cocinaba esperando a mi marido, recordé cada minuto vivido, cada centímetro de piel recorrida. El sabor de Sisi corriendo por mi boca.
Un prejuicio roto y otra experiencia vivida.
Jamás volví a sentir el sabor de su excitación saciando mi sed.
El lunes siguiente allí estaba, saludando a Sisí y dejando en sus manos uno de mis relatos, que ahora es “nuestro relato”.


jueves, 7 de abril de 2016

Hablemos de Erotismo

Buenos Aires, más precisamente Capital Federal es una  ciudad en la que siento mis tripas a flor de piel, hace unos días, con Mr. B. manteníamos de esas charlas que nunca sabemos hacia donde van, pero que son ampliamente enriquecedoras, más allá de la magia del momento, del poder ser uno mismo sin temor alguno al rechazo, sin pensar en lo que se va a decir sino que es dejarse llevar por los sentimientos hechos palabras. Momentos únicos, en los que surge de todito. Imaginen mis ideas sobre la vida emitidas al aire y con el agravante de no padecer restricción alguna. Les aseguro que es terrible ver los gestos del mío amado, y de vez en cuando emite “aahh gordita me das miedo” mientras abre sus ojos como el dos de oro, nos abrazamos y reímos mucho, a veces le aseguro que lo dicho es para robarle una risa y su cálido abrazo, este recurso lo uso cuando lo que dije no debería haber sido tan realmente explícito. Después de todo es mi marido no mi amigo.
Bueno en una de esas charlas que hablábamos de bueyes perdidos en mis andanzas por Bs.As., aclaro no todos los bueyes perdidos, porque mi abuela Teresita me enseño que toda mujer que se precie de tal, debe tener secretos. Viejita sabía, caso debo hacerle.
Le comentaba a Mr.B de un día que caminé mucho, sola, por la linda Capital, que solo me detenía en algún que otro café “antiguo” que me llamara la atención, observaba absolutamente todo del lugar mientras saboreaba un pequeño café y luego seguía mi camino hacia ningún lugar, hacia mi interior, entonces allí se hizo luz al expresar que en Bs.As. me siento plena, libre, liviana, en Bs.As. no me duele nada! Nos quedamos en silencio y nos miramos sorprendidos, claro por eso adoro esa ciudad e insisto en estar allí, incluso en momento en los que me siento muy al límite y la billetera me lo permite me voy unos días para allá y regreso renovada. El secreto está en que en Bs.As. no me duele absolutamente nada, ni tobillo artrítico, ni cabeza, a no ser que alguna comida me caiga mal o bien la noche anterior me pase en el vino tinto. No tengo dolor, soy yo. Qué gran descubrimiento. Lástima que no podamos ir a vivir  allá, aunque mas no sea en nuestros años jóvenes, de viejos no tendría sentido…
Pensaba, será que al no sentir dolor, al recorrer tanto, al sentirme tan plena disfruto aun más la vida vivida allá. De cada ida a esta ciudad traigo lindas experiencias, momentos únicos e imborrables, muchos de ellos graciosos, pero algo que me atrapa de aquel Bs.As. es su pasión, erotismo, esa forma mágica de atrapar, enamorar a quienes recorremos sus amplias avenidas y pequeñas callecitas empedradas.
En una de mis estadías quedamos con un colega de conocernos personalmente ya que llevábamos años comunicándonos telefónicamente por temas laborales, conversaciones que al ser casi diarias nos llevaron a hablar sobre nuestras vidas, matrimonios, él en más de una oportunidad mientras esperaba respuesta a situaciones planteadas, para que no se hiciera aburrida la espera, me cantaba al teléfono, les aseguro que era muy gracioso, incluso una vez luego de haberle comentado sobre una reunión que mantuve con un colombiano y mi apreciación sobre tal situación, recibo un mensaje de audio en el cual cantaba la canción de la sirenita, me la dedicaba diciéndome que ahora solo quería ser sirenita y nadar por las aguas de San Andrés.
En realidad logramos llevar muy bien ese contrato, él como responsable de la contratista y yo de parte de la empresa que brindaba el servicio, ambas empresas se vieron favorecidas de esta buena comunicación.
Pues bien aprovechando uno de mis viajes y la hora disponible con la que él contaba, nos daba el tiempo para merendar y conocernos personalmente. Cuando él me llama para ver si es posible encontrarnos ese día, yo estaba mirando libros en el Ateneo, lugar mágico si los hay, luego de eso pensaba ira a tomar algo con una amiga, así es que había salido arreglada, cosa de no volver al departamento.
Me encontraba perdida entre libros, mientras me intrigaba saber cómo él daría conmigo ya que no nos conocíamos personalmente, cómo sabría yo que él se trataba de la persona que me cantaba a través del teléfono mientras cerrábamos números de un contrato. Inmediatamente sentí mi corazón palpitar rápido, me sentí atrevida por aceptar aquel encuentro, el cual hasta ese momento solo lo sentí como algo meramente laboral, pero que pasaría si para él no era así. Mientras mutaba al sentimiento de ridiculez  por pensar todo lo anterior, esboce una sonrisa, la cual me hizo sentir más ridícula aún ya que levante mi mirada del libro y la dirigí instintivamente hacia un hombre delgado, muy alto, ojos claros, boca amplia la cual dejó salir mi nombre. Yo parada frente a él, vestido negro al cuerpo, corto, botas bucaneras sobre las rodillas, un largo kimono animal print, cabellera de amplios rulos desordenados, libros en mis manos y una estúpida sonrisa dibujada en mis labios.
Así supimos que yo era la chica de la voz en el teléfono quien cuando se encontraba atestada de trabajo deseaba ser la Sirenita, y él el hombre que alegremente me hacia el aguante cantando bajito cuando había moros en la costa – compañeros a su alrededor -.
Me guió hacia el bar del ateneo, nos sentamos en una de las únicas mesas que quedaban disponibles, miró los libros que había elegido, mientras esperamos dos café y un brownie, desconozco si se trata de la magia del lugar o el lugar se impregna de la magia de cada uno de sus visitantes. Lo que aseguro es  que hubo magia, linda magia, para nada atrevida, un encuentro de amigos, abundaron las miradas, aromas, sonrisas de las picaras, vi nuestros gestos volar por el aire y encontrarse en algún recoveco a escondidas y jugar por nosotros. Mientras una de mis sonrisas de lado se escondía en el sector de novelas escritores latinoamericanos, una atrevida mirada de él dirigida a mis piernas corría detrás de mi sonrisa y la llevaba a literatura erótica.
Mientras nuestra charla pasaba por mi viaje seguía por el trabajo, estudios y tiempos libres disponibles para nuestros gustos, podía sentir su respiración, sus ojos ir y venir por mi atuendo, mientras decía, si, sos vos así te imaginé, lindas tus piernas eh!  Y allí pasaba mí picara sonrisa, ya no tan picara, enredada a su atrevida mirada. Ellos nuestros gestos jugaron al placer de la seducción mientras nosotros solo nos atrevimos a compartir un brownie.
Ese encuentro tenia hora de vencimiento, solo contábamos con una hora, luego mi picara sonrisa se apagaría y su atrevida mirada se perdería entre números y vaya a saber que cálculos.
Olvidé los libros sobre la mesa del bar, Salí del lugar guiada por su cálida mano aferrada a lo que se supone es mi cintura. Caminamos lentamente, como queriendo que no se nos vaya el tiempo, o más que el tiempo el momento vivido, durante lo que duró el recorrido y dentro de lo posible, nos miramos, sonriendo mientras hablamos lo grato de conocernos e instintivamente nuestros cuerpos se acercaban, podía sentir su brazo rodearme, el calor de su cuerpo, el perfume “one millón” el cual no dejaba ocultar su exquisito olor a piel, su respiración profunda,  voz pausada y resignada a dejar ir el momento.
Llegamos al umbral jugamos a no dejarnos ir, cosa que nos causo risa, nos paramos fuera del ingreso justo en la puerta, uno frente al otro y nos miramos en silencio, profundo, nuestras miradas pedían más que un café y brownie, nuestra respiración estaba cargada de embrujo, él dijo “y bueno, nos tenemos que despedir” nos acercamos lentamente, como en cámara lenta, cerré mis ojos, sentí su excitante aliento, inspire profundo y besamos nuestras mejillas.  
La voz del seguridad del lugar se escuchaba de fondo, cuando reaccionamos, éste nos pedía que nos moviéramos de la entrada, varias personas esperaban tanto por salir como por entrar, nos hicimos a un lado mientras un chico toco el brazo de mi cita y le dijo “na, pensé que le comías la boca de un beso”. Bajamos nuestra mirada, nos reímos mientras hicimos un gesto de más no debemos. Y nos dejamos ir, cuando miré hacia atrás el también lo hizo y me arrojo un beso, el cual guardo en la cajita de los mejores recuerdos.
De los momentos eróticos de mi vida este fué por lejos el mejor.


Mari Ara

martes, 22 de diciembre de 2015

Vivir del egoísmo de nuestra pasión


Deseo de esas noches, de las tuyas,
No! no! de las mías. 
No! de las tuyas y las mías
No! de aquellas en las que fui tuya y vos fuiste mio.
NO! de esas noches en las que fuiste vos y yo fui yo!
Sin mas, sin menos.
Sin nombres, títulos ni contratos.
Esos momentos en el que fuimos
Libremente egoístas.
Muy vos, muy yo
Uno en el otro, uno dentro del otro.
Cada uno en el uno mismo
Cada uno haciéndose en el otro
Aunque al que deseo es a tu vos mas intenso
haciéndote en mi, sobre mi, dentro de mi.


Mari Ara


martes, 15 de diciembre de 2015

Recuerdos de algún encuentro



Sentada, como le gustaba hacerlo cada tarde,  desplegar una manta sobre la hierba, en la intimidad de su patio.
Librar sus  sentidos a la naturaleza, a los sonidos que el día trajera consigo. Dejar que el aire recorriera porciones de su cuerpo desnudo, con el vago deseo que este por fin purificara su blanca, suave  e imperfecta piel.
Inspirar a bocanadas y expirar la peste resiliente que aun quedaba, despojos de encuentros clandestinos.
Abismada al juego mental que la abstraía de la realidad reinante. Sus pensamientos giraban en torno a momentos vividos, cercanos, lejanos.
Ella, su aspecto tranquilo, mirada perdida parecía estar mirando al futuro, piernas cruzadas, espalda erguida, la palidez de torso y piernas al descubierto, así  sin más, sin menos, y el olor de su piel invadiendo el espacio.
Quien pudiera penetrar más allá del averno de sus largas piernas, quien pudiera llegar a sus recuerdos.
Quien pudiera develar el misterio de su picara sonrisa, de su piel de seda y del sabor de sus labios.
Sus recuerdos giraban picarescos en la última tarde de encuentro loco, dar en la carnicería con quien fuera su amante durante años, ese quien la negaba, que pretendía burlar tanto embrujo, vagabundo emocional.
Lo provocó con su amplia sonrisa,  jugando con sus labios, levantando levemente su ceja derecha, invitándolo a sumirse en el veneno de tanta pasión contenida, segura que él la observaba desde el espejo que daba frente a ellos.
Pidió un peceto y le pareció seductor ver al carnicero llevar sus manos sobre ese pedazo de carne, golpearla en un gesto de mostrar la calidad de la mercadería, ella se estremeció de placer, un frio litigante la recorrió por completo desde sus entrañas.
Imaginó que las manos de su amante la tomaban fuertemente por las caderas y la llevaban hacia él.
Deseo retroceder y apoyar su cuerpo en él, abrazarlo y dejar que sus labios la recorran desde su cuello hacia toda su extensión.
No recuerda haber pagado, haber emitido sonido, salió alborotada, sintiendo el deseo en su piel.
Unas pocas cuadras la alejan de su casa, las recorrió flotando en la nube que la embargaba cada vez que lo veía.
Aunque pronto debía salir del letargo, el ruido de las llaves al intentar abrir la puerta, le marcó la realidad, debía cocinar, estaba a horas del regreso de su marido.
Triste fue reaccionar que en sus manos solo traía la billetera, había olvidado las compras. Cuando se disponía regresar a la carnicería, escucha el timbre, seguramente sería el chico del delivery, la conocían desde hace años, más de una vez ella se olvidaba algo y se lo acercaban a casa.
Abre la puerta, sin mirar, a pesar de la insistencia de  su marido sobre  que no deje de mirar por la ventana antes de abrir.
Allí lo encuentra, alto, delgado, su amante, su vagabundo emocional, totalmente entregado, el chico del dlivery no era más que aquel a quien siempre esperaba con la lujuria y pasión renovada. Aun parado en el umbral extiende su mano con la bolsa y en su interior el peceto que olvidó.
Ella extasiada lo invita a pasar, él accede y sin más la besa con la fuerza del que quiere todo, por momento su egoísmo e imposibilidad de expresar, se ven superados por el fuego que ella le provoca.
Un sillón, cinco minutos y el peceto sobre la mesa, testigos de tanto, y de tan poco.
Sus manos sobre las amplias caderas de ella, su boca furiosa en los labios sabor frutilla, él negándose y ella despojándolo de su pantalón, calzoncillos y vergüenza.
Por momentos le robó su mirada, el éxtasis lo embargo, dejo salir música, leves canciones fruto de su deseo a flor de piel, de pasión contenida, de ganas de sexo.
Del deseo de su boca en su miembro, de la suavidad de su lengua recorriéndolo por completo, pequeños mordiscos, y el vaivén de las manos, labios y lengua en la extensión de su sexo.
Totalmente alterados, sin mediar palabras, solo se encontraron como otras tantas veces para saciar la sed que uno siente por el otro.
Al silencio reinante solo lo alteraban los tímidos jadeos de él, y  gritos  apasionados que ella daba en cada encuentro.
La arrojó sobre el sillón y la penetró descaradamente, fuerte, queriendo estar por completo dentro de ella.
En ese simple acto enloqueció se dejo ir. Se alejo de prejuicio alguno y gozaron.
Verlo a él siempre tan controlador, ahora allí extasiado, habiendo estallado de risa en el instante mismo en el que acabo dentro de ella. Sentirse dadora de esa pasión, de ese gozo la extasiaban aun más.
Lo vio alejarse con sus anchos pantalones y la sonrisa pegada en su piel.

Recuerdos que le provocaban esa amplia sonrisa, sentada sobre la manta dejando que el aire le regale vida.

A su llegada, así la encontró, sentada, con su mentón sostenido por esas manos finas, simples, bellas, las que lo llevan a la locura.

Efímera y muy a su pesar real, allí estaba, como esperando, ella, de sus putas la más fiel.

Mari Ara


domingo, 1 de noviembre de 2015

En mis sueños también te elijo

Mi día sábado transcurrió normal, como día sábado, les aseguro que soy joven pero muy a pesar de ello,  los años por venir están siendo presente más que futuro.  Desperté a las 07 am, dos horas después estaba con un grupo de personas mucho mayor que yo, fuera del super aguardando que abran, me esperaban las góndolas de artículos de limpieza, lácteos y algo de congelados, el tema es que en el recorrido se me pegó un fernet que viene con un vaso genial, la Coca Cola que tan bien se lleva con el fernet, y un short, bueno qué sentido tiene engañarlos, dos short y una buclera que hace unos rulos más chicos que las que tengo, me detuve frente a ella totalmente obnubilada, como cuando me paraba frente a Stamaris a ver el equipo de música de mis sueños. Imposible fue  dejar de imaginar lo exuberante que se verán esos rizos en mi colorada melena.

Una vez en casa elegí música en you tube y comencé a  poner orden, limpié un poco, puse a lavar ropa, y de pronto una canción me transportó lejos en tiempo y espacio, era yo en otro escenario, con otros actores, me invadieron los recuerdos, de pronto el pasado me absorbió, a partir de ese momento mi día se impregno de antiguos sonidos, una voz en particular, me embriago el aroma de ese momento, sentí ahogarme en el mar de antiguos deseos, me atrapó la pasión de aquellos años, sentí angustia por la ausencia que impuso el tiempo.

Por la tarde salimos de caminata con mi hermana, linda charla, lindo sol, lindos, aunque inoportunos  mis recuerdos sobre aquellos momentos. Dos horas de bici no bastaron para quitarte de la danza de mis recuerdos, el pasado insistía en hacerse presente.

Por la noche cena de mis papis, sobrinos, cuñado y el recuerdo de aquella sonrisa vagando por algún recoveco de mi memoria.

Improvisé cena, Mr. B. pronto llegaba, seguramente hambriento, unas milanesas y tomate siempre es una buena opción. Lo espere con la mesa lista, lo acompañe tomando mates, escuche sobre su jornada laboral, buscó algo para ver en la tv. y considerando la hora 01 am. Noche de halloween, solo se encontraban películas de terror, así es que lo deje que mire  tranquilo y me fui a  la cama a escuchar a Luisa Delfino. No miro películas de terror o suspenso, menos aún sobre exorcismo o de eventos paranormales porque despiertan algo en mí, que prefiero evitar.

Cosa rara nuestro subconsciente, hoy desperté sorprendida por mi sueño, les cuento no tiene desperdicio.
Resulta que era verano, me encontraba de viaje con Tati, Juli (amiga de Tati quien es hija de un primo y a pesar de nuestra diferencia de edad, tenemos historias en nuestro haber, compartidas en calles porteñas) vacacionando en playas divinas, recorríamos distintos balnearios, ciudades. Nuestros días pasaban bajo el sol y jugando en el mar, por las noches de joda por distintos boliches, nos divertíamos muchísimo, me veía totalmente desprejuiciada, bailando con ellas por las calles de Cartagena.
Perfectas nosotras, nuestro viaje, los chicos, bellos momentos. En uno de los boliches conocí a un chico musculoso, de espalda prominente, fornidos brazos, y muy tostado, él no bailaba, aunque lo intentó pero era muy ridículo así es que hablamos, nos besamos, sería tan solo ese momento ya que por la madrugada partíamos a otra ciudad. Es así que nos despedimos y seguimos camino con mis amiguitas. Estábamos en la playa jugando con una pelota, súper tostadas, riéndonos mucho, bajaba el sol cuando nos disponemos a ir al hospedaje a cambiarnos para seguir rodando vida, y veo al musculoso chico de piel tostada parado frente a mí, esperando por mi junto a su gran moto. Lo veía e instantáneamente me enamoraba, de su mirada, de sus ojos tiernos, mirándome de esa forma que solo él lo hace. No me van a poder creer!! Era Mr.B. quien me esperaba, en mi sueño me volví a enamorar de él! Creo que en un principio no reaccioné que era él por el tema este que no tiene más las abdominales marcadas, ya me había olvidado que cuando lo conocí era igualito al chico de mi sueño!!!
Las chicas nos observaban y de pronto Tati me dice: “Mari, si te quedas con él, que vas a hacer con Ricky que viene a encontrarse con vos hoy” y de fondo se escuchaba la siguiente letra;

Que bella eres
Me recuerda las olas y el mar
Yo nunca olvido
Como aquel día
Los dos empezamos a amar”

Me iba a encontrar con Ricky Martin, y opte por Mr.B.

Así es que escuchando el tema Frío frente a la imagen de mi marido más joven y de abdomen esculpido. Unos pasos más allá venia Ricky Martin cantando para mí, desperté a la realidad, frente a mí el hombre de mis sueños pero con abdomen poco marcado, a mis pies dos caniches y sobre mí abdomen una gatita mirándome fijamente.

Allí estaba Mr. B. como de costumbre, lo encontré mirándome mientras duermo, ni bien abro mis ojos  me pregunta si dormí bien, le dije: “tranquilo en mis sueños me volví a enamorar de vos aunque le corte el rostro a Ricky Martin que me lo trancé unas playas antes, no sé si entendió me abrazo y me dijo: “ ahhh gordita vos siempre tan turra”, nos reímos y me pidió le cuente el sueño.


El hombre de mis sueños se fue a trabajar, yo aprovecho de contarles sobre mis andanzas oníricas, un buen domingo me espera.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Represor de pensamientos



Anoche acostados Mr. B se durmió  sin antes pedirme “espalda” señal que le acaricie su espalda, gesto que se repite noche a noche, siempre y cuando nos acostemos juntos, téngase en cuenta que puede estar trabajando en el campo o bien yo puedo estar en Bs.As. de modo que de vez en cuando no hay “espalda”.
Mientras leo, sostengo el libro o tablet con la mano derecha y con la mano izquierda le acaricio a él, es increíble pero creyéndolo dormido, dejo de hacerlo y escucho que me dice “espalda”.
Bueno anoche no leí, me sentí agotada y mis ojos necesitaban descanso, entonces nos acostamos, sentí que  Mr. B se durmió al instante mismo que apoyo su cabeza en la almohada, no hubo “espalda” y solo me quede acostada boca arriba, quieta, ya que quería disfrutar de ese momento de soledad y silencio. 
Un mar de pensamientos invadió mi mente, ideas recurrentes sobre distintas situaciones, de esas que imagino y ordeno en mi cabeza, como enfrentar tal o cual situación.
Pienso cada una de las palabras que le voy a dirigir a una persona que hace putos algunos momentos del día a día, preparo mis gestos, creo que si me paro frente a un espejo esos gestos se verían perfectamente reflejados. Termino el discurso y siento placer de haber podido decirle todo lo que me pasa con él. Luego decido que todavía no es el momento, que no lo voy  a provocar, pronto  va a llegar, y doy por terminada esa conversación.
Decido ir por el camino del deseo, del placer, así sea porque imagino el momento justo que gatillo con la tarjeta una vestido que me va a quedar divino,  decido que a las 9 am hora que abre el local donde lo vi, voy a llamar y pedir que me lo guarden, pasaré por él a la tarde.
Luego se vienen a mis recuerdos momentos vividos, de los lindos momentos, picardías, sola o en compañía,  miradas cómplices, respiraciones, olores. Deseos inconclusos, manos ajenas recorriendo mis caderas, extraños labios por algún que otro lugar del extenso mapa que es mi cuerpo, fogosos besos de indebidas bocas.
Y justo  cuando me encontraba en el paraíso de las sensaciones, en el mar de mis pasiones. Escucho la voz de Mr. B que dice: “podes parar de pensar que no me dejas dormir”.
¿!¿! Pero como es esto!? No entiendo nada, desde cuando mis pensamientos se escuchan, y de ser  así ¿Cuáles escuchó? Creo que estoy en graves problemas si alcanzó a “escuchar”los últimos.
Me tranquilicé cuando resolví justificar lo atrevido de aquellos, como algo que estaba elaborando para luego escribir.
De todos modos lo mejor fue acomodarme, como de costumbre, sobre mi lado derecho sin obviar no tocar con la almohada la extensión de mis bellas pestañas, no es cuestión que se caigan al dormir, y en absoluto silencio dormí. Mejor ni contarles lo que soñé, mi vida onírica es deliciosa y lujuriosamente transgresora.
Me encuentro en la duda que mis pensamientos se “escuchen”, feliz que mis sueños aun no son mutilados por el peso de la ley marital.
De los sueños aún vivo, en ellos soy más yo que nunca, Mari onírica es como deleitarse con un jugoso helado de frutilla al sol de la siesta cutralquense.

Mari Ara



viernes, 9 de octubre de 2015

Muchas Tardes, un encuentro - Ultima parte -

Me intrigaba su psicología, el que no me tocara, o penetrara, por más que intentara entender era imposible hacerlo. Entonces me decidí por seguir disfrutando con el temor del después, que pasaría si seguía deseando que hagan conmigo todo esto. Cómo se lo pediría a un hombre sin asustarlo.
Le di fin al mar de mis dudas, de mis pensamientos sobre él, sobre mí , me incorpore, acerque y logre tocarlo, jamás pude besar sus labios, se arrodillo y bese, toque, jugué con su miembro, se hizo grande, muy grande entre mis manos, sentí como gemía de placer, entonces alce mi mirada, busque sus ojos, su mentón elevado, labios distendidos esbozando una leve sonrisa, sus ojos perdidos en mis movimientos, sus perfectas manos despeinando mí cabello.  me pidió que siga, una vez mas dijo “sos hermosa” a lo que agrego “nunca nadie me lo hizo así, como te gusta”, no voy a negar que por un instante sentí pudor el cual se transformo en orgullo, el goce de ese hombre era mío. Lo lleve a mi boca una y otra vez, bese por completo su sexo, jugué con sus testículos y mas gemía, observe que estaba totalmente depilado. Ese hombre estaba dispuesto a gozar, mientras yo le brindaba placer, el fumaba y de vez en cuando bebía fernet.
Tomo mi mano la que se encontraba acariciando  sus testículos y me la llevo a su cola, me dijo que hiciera lo que quisiera por allí, y que se la besara intensamente, creo que no es necesario contarles todo lo que hice, yo misma me sorprendo de lo que anduve por allí y cuanto se intensifico su placer al sentir mis besos y dedos por su cola.
Goce, me éxito la situación, sentía estallar mi sexo. Quería tenerlo dentro de mí pero esto no pasó.
Se puso de pie, me sentó frente a él y seguí prendida a su bello miembro, hasta que sentí su liquido tibio correr dentro de mi boca, exquisito néctar fruto del placer, lo deje correr por mis labios, sobre mis pechos, los dos totalmente agitados, entonces él sonrió mientras me miraba y con su mano desparramaba la viscosidad de su liquido por mis pechos, los restos que quedaban en su mano los llevo a mi boca y luego a la suya.
Una vez que recupero el aliento me pregunto “¿y es grande? Decime la verdad” como respuesta recibió mi expresión “ufff levante una de mis cejas y le guiñe mi  ojo derecho”. Busco algo para tomar y repetimos el acto de sentarnos, hablar, reírnos y de The Killers daba su recital por undécima vez.
Camine por la sala, mientras Mati me observaba y hablaba sobres sus épocas de estudiantes, ya era noche, y nuestros cuerpos brillaban aún más fuerte e intenso que el sol del mediodía.
Mientras comentaba sobre sus andanzas en un viaje a Paris, regalo de graduación, es abogado, ya que, según él otra profesión no podría haber elegido, considerando el poder que este título le confiere. Recordó unos bares de parejas swinger que según lo que mencionó no fue porque no entendía mucho del tema, entonces me planteó con vos quiero hacer un trio, juro que casi me infarto, no imagine esa situación, ni la soñé, me interese en saber un poco más del tema, entonces sus ideas sobre el famoso trio eran más que eso, serían tres hombres, él, dos de sus amigos y yo, con un brillo en sus ojos y ansioso me decía “no sabes los vas a volver locos, mueren, ya tengo todo guionado” perdón Guionado! ¿Escuche bien, pero que es esto una película porno? ¿Adónde están las cámaras? Pues bien no se en que momento apareció con un gusanito de silicona transparente, que por cierto compre en el sex shop, en una de sus manos y una cámara fotográfica en otra, y me dice; “mejor idea no pudiste tener, te voy a filmar mientras me lo besas” y traía su pene totalmente erecto, puso una toalla debajo del mi cola, para no ensuciar el sillón, y luego introdujo me introdujo suavemente el gusanito, siempre cuidando de no tocarme.
Yo sin reaccionar a este torbellino, observé sus movimientos, gestos, ansiedad por sentir, hacer, el gusanito entrando y saliendo de mí, guiado por sus manos que insistían en ni siquiera rozarme; una vez mas se paró frente a mí y filmo mientras su miembro disfrutaba en mi boca, por mis pechos, en mis manos, se detuvo busco un profiláctico, me miro con un gesto de pudor y me dijo “y bueno tendré que hacer lo que viene si no quedo mal”  y con cara de no estar muy convencido sin rozar mi  cuerpo, me penetró, sentí placer, mucho no podía contener mis ganas de estallar, gemí, abrí mis ojos y vi como lanzaba saliva desde lo alto hacia mí boca, sus ojos, su mirada entonces era  intensa, pícara, lo repitió tres veces más, siempre su saliva fue a dar directo sobre mis labios o dentro de mi boca cuando instintivamente la abrí. Mis gemidos se intensificaron entonces  él  tapo suavemente mí boca, su miembro, lindo, grande, se sentía realmente bien dentro mío, no contuve mas mí deseo y en agitados espasmos me rendí ante él, durante segundos perdí el conocimiento, aunque este lo perdí ni bien subí a su auto. Finalmente Mati se deshizo del profiláctico y se dejó ir en placer sobre mis pechos, por mi torso. Quito el gusanito de mi cola, la toalla y desapareció llevando ambas cosas. 
Me sentí agotada física y mentalmente, aun así  no quería irme de allí, quería mas, de que no lo sé, solo quería más de todo lo que él quisiera.
Quede recostada en el sillón, lo vi pasar hacia la cocina, fui tras él, me pare en el umbral, preparó dos copas con agua fresca, agrego hielo, hablamos de nosotros, de cómo nos habíamos conocido, de lo bien que lo estábamos pasando. Extendió una de las copas, mientras volvimos al sillón detuvo mi andar, me pidió que me quede de pie, apoyo las copas en la mesa de sitio, me tomo por la cintura, pequeña y bien marcada por ese entonces, y me besó, sus labios se fundieron de una extraña manera a los míos, fue intenso, fuerte, hubo calor en ese encuentro, duró segundos,  minutos, quizá horas aunque aún sigue en mí.
Luego apoyo dulcemente su cabeza sobre mi pecho, lo acaricié.
En todo momento me pareció tierno, dulce, suave, siempre caballero, extrañamente perverso, para él todo era un juego de niños. Divertido y cual picardia luego de concretar sus oscuros deseos conmigo, los relataba y me decía lo bien que se sentía, lo genial que estaba todo esto. Yo no podía quitar mi atención de él y lo extrañamente atractivo de su forma de sentir placer. Me encanto y supe que iba a seguir queriendo mas por el resto de mi vida.
Esta vez nos tomamos más tiempo para recomponer nuestros cuerpos, en un cuasi acto solemne, me dice “querida y hermosa mía, vamos por el último plato y como todos sabemos es el postre, mmm lo mas rico” mientras lo decía fue al baño, y trajo consigo el arnés que días antes compre en el sex shop, lo saco de la caja abrió grandes sus ojos y con una graciosa expresión dijo “me va a entrar todo esto” y se rió, sus ojitos brillaban, se sonreían. Evidentemente era su nuevo juguete.
Minutos después me encontré, parada, con mi calzón de encaje negro puesto, sobre éste el arnés elastizado, ya que el de cuero me pareció demasiado bizarro. Y del arnés frente a mi ingle colgaba un didlo, falico aparato de silicona negro. Mezcla de mujer-hombre, extraña, realmente extraña y ridícula, sentí rechazo en un principio, pero lo vi tan entusiasmado a él, que no me pareció justo decepcionarlo justo en ese momento.
Él excitado, con su enorme miembro, recostado con su cola al borde del sillón, me pidió me arrodille frente a su cuerpo, acomodo sus piernas abiertas sobre cada uno de mis hombros, y como si ya lo hubiera hecho antes, le introduje el aparato de silicona por su cola, se aferró fuerte a mis caderas, en su cara había dolor, intente sacarlo, me sentí mal sabiendo que le dolía, pero con sus manos en mi cadera, clavo sus uñas y me llevo hacia dentro de él, poco a poco se adaptó, yo en suaves movimientos iba y venía hacia él, Mati comenzaba a gozar, mientras con su rostro totalmente extasiado, se masturbaba, y yo sin poder creer lo que estaba haciendo, viviendo, observaba todo, quería llevarme cada gesto, el olor de su cuerpo, su intensidad en ese momento y su cara de niño. Su gozo fue pleno, me nombraba constantemente, por momentos me miraba y sonreía con esa amplia sonrisa que mientras viva y en cada instante recordaré, el recuerdo de esa sonrisa es mi castigo por lo atrevida, por haberme permitido vivir todo y querer aún más. La angustia que me provoca la ansiedad de querer repetir con quien sea lo que Matias me enseño,  ese es mi castigo, es el padecimiento por haberme sometido de esta manera.
Finalmente acabó de forma intensa, gozo de una manera extraña, grito, gimió, me aferraba a él se perdió totalmente extasiado, dejo de controlar la situación. Y aun estando dentro de él me acerque suavemente, me uní a él nos embadurnamos con su semen y lo bese, me abrazo.
No sé en qué momento, ni como saque ese aparate de mis caderas y nos recostamos en el sillón, yo sobre el respaldo, cómoda totalmente estirada sobre mi lado izquierdo, él también sobre su lado izquierdo dándome la espalda, se acurruco, tomo posición fetal, se hizo chiquito, lo abrace, lo contuve, le di miles de pequeños besitos sobre su cuello mientras le acariciaba suavemente su cabeza, tiempo después se estiro, y dio lugar a que le acaricie su espalda, mi mano recorría desde su cabeza hasta su coxis, por momentos su cuerpo se entumecía y daba pequeños espasmos, más aún cuando yo le decía cositas en voz muy suave y baja al oído. Cuando dejaba de hacerlo me pedía que continúe, que le cuente mas historias así suave y en su oído.
Fue el momento mas intimo que jamás viví con alguien. Me emociona, estremece, eriza mi piel el recordarlo.
Nunca voy a entender su forma, su goce. Esa cruel mezcla de suavidad y perversión, todo en la medida justa. Menos aún voy a poder entender como pudo gustarme tanto. Y cuanto lo deseo, no a Mati, eso ya pasó, aunque por años llore y hasta rompí un teléfono de la impotencia de no volver a verlo.
Deseo vivir parte de esta experiencia con otro hombre y no sé cómo pedirlo o como llevarlo a sentir la necesidad de orinar sobre mí, de masturbarnos hasta acabar, de sentir su saliva correr por mi boca.
Nos besamos intensamente, nos vestimos, él a mí y luego se vistió él. Llamo a un chofer, me acompaño al auto abrió la puerta, me tomo por la cintura me atrajo hacia su cuerpo y nos despedimos con un fuerte beso en nuestros labios.

Jamás nos volvimos a ver.


"No está mal haber vivido perversión lo malo es el apego a quien guio por esas oscuras sendas…
Quien pudiera ser libre de toda pasión o más que de ella de la angustia que deja quien perversamente apasiona".

Mari Ara